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Los hondureños nos hemos fabricado la cultura de la duda. Aquí nada camina si la duda no va por delante, algunas veces justificada, pero la mayoría del tiempo la duda nos entra por todos lados, porque un país tan lleno de incertidumbre es un mar de dudas. Sin embargo, cuando viene el tiempo de elecciones y vemos que se cumplen ciertos aspectos fundamentales que anclan el evento electoral, las esperanzas se consolidan alrededor de la certeza. Uno de esos aspectos se cumple cuando las FFAA se ponen a la disposición del CNE, que es la máxima autoridad en materia electoral, porque en ese momento el orden civil se empodera de la jerarquía que por la concepción constitucional debe prevalecer sobre el orden militar.
Así que, ver a la consejera presidente del Consejo Nacional de Elecciones, abogada Cosette López, asumir con toda entereza y gallardía, el mando de las FFAA en este periodo, de aquí hasta la celebración de las Elecciones Primarias el próximo 9 de marzo, despeja los signos de interrogación de si habrá o no habrá elecciones. Y en ese acto en que la abogada Cosette López encabezó el breve desfile para presidir el acto protocolario en que los militares se someten a la jerarquía civil ejercida por el CNE, los ciudadanos sabemos que podemos contar que habrá elecciones el próximo 9 de marzo.
Las dudas originadas por tantas declaraciones emitida por mentes calenturientas quedan disipadas cuando vemos que van de la mano el poder civil y el poder militar, en procura de que los hondureños acudamos a las urnas el próximo 9 de marzo a elegir a los candidatos de nuestra preferencia. Esto es democracia y hay que aplaudirlo y celebrarlo. Permítanos la estimada teleaudiencia traer un recuerdo, bastante lejano, pero a la vez bastante recordado y conocido, el de la Opción B en los años ochenta, cuando los liberales entraron en uno de sus acostumbrados desacuerdos internos que puso en precario la democracia, porque aquella reyerta interna hacia peligrar las elecciones de 1985.
El infortunado capítulo originado por el resquebrajamiento interno entre los liberales, se solventó con una salida que no era nada legal sino eminentemente política, porque no estaba escrito como solución en el texto constitucional. La Opción B consistió en que hubiera dos elecciones en un solo evento el día de la elección: los movimientos internos del liberalismo elegirían a sus candidatos, y el que obtuviera mayoría tendría el respaldo de los votos de los demás movimientos para hacer una sumatoria, y con la aprobación del Partido Nacional y de las FFAA, estas últimas actuando como árbitros, se aprobó que el candidato que obtuviera la mayor cantidad de votos, sería al mismo tiempo el candidato del Partido Liberal y si obtuviera más votos sobre el Partido Nacional, se convertía en el Presidente de la República. Y así sucedió, el Ing. José Azcona, que presidió el movimiento que obtuvo más votos que los otros, sumando los votos de los otros movimientos liberales se impuso al candidato nacionalista Rafael Leonardo Callejas.
El día de la elección, muchos nacionalistas quisieron desconocer el resultado, pero el candidato del PN, Rafael Leonardo Callejas, en una actitud caballerosa y demostrando una gran madurez cívica, no tardo ni siquiera una hora al conocerse la tendencia en reconocer con hidalguía que había un acuerdo político que los nacionalistas estaban obligados a respetar y así sucedió. Este es un acontecimiento histórico ocurrido en noviembre de 1985, que contribuyo a consolidar la democracia en Honduras, producto de un arreglo político.
Hoy, en medio de algunos zarandeos antidemocráticos, que por momentos nos hacen entrar en dudas, que el proceso electoral de marzo prosiga su marcha con la celebración de un acto protocolario que le da certeza al evento, es un anuncio que ofrece con precisión que el destino de nuestros votos está asegurado, porque las urnas estarán colocadas en el lugar que nos asigna el CNE para ejercer el sufragio. Cualquier sorpresa enigmática queda alejada, cuando vemos a los representantes del CNE, encabezados por su presidente Cosette López que ejerce la voz de mando, presidir el hermoso acto en el que el organismo electoral se pone al mando de las FFAA durante el período electoral.
Cuando los militares se ponen a la disposición del CNE, ya no puede haber empacho en el proceso electoral, porque a la luz pública queda demostrado a través de todos los medios, lícitos o menos lícitos, que ya no habrá tortura posible que pueda obstruir la celebración de las elecciones, porque los dos poderes: el civil y el militar van de la mano en pos de garantizarnos a los ciudadanos el pleno derecho de ejercer el sufragio en libertad, sin coacciones ni presiones para elegir a los candidatos de nuestra preferencia.
Ya no hay ninguna razón para que alguien con ideas antidemocráticas quiera echar a perder el proceso electoral. El poder militar hasta ahora está cumpliendo con el deber que le asigna la Constitución de la República, cual es el de ponerse a la disposición del poder civil, encarnado por el CNE, que preside la abogada Cossette López, que sin arrogancias y sin petulancia, presidio el simbólico desfile junto a los jefes del alto mando militar. Ese momento lo tenemos que celebrar de manera comedida, sin echar las campanas al vuelo, porque los hechos hablan hasta que los acontecimientos concluyen con broche de oro.
Por encima de todas las dudas, como dijimos al principio, cuando llega el momento en que los militares se ponen a la orden del máximo organismo electoral, desaparecen todos los absurdos y aun las voces estridentes del populismo están llamadas a situarse en el escenario de la cordura entendiendo que lo único que cuenta al final es el voto de los ciudadanos. Lo que queda es que, los militares resguarden con celo patriótico las urnas, no permitiendo que manos peludas quieran hacer de las suyas para ensuciar al final la fiesta cívica electoral, que solo será una verdadera fiesta si los militares no permiten que quienes tienen el poder quieran adulterar la voluntad del pueblo hondureño.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 11 de febrero de 2025.