EL CLIENTELISMO POLÍTICO Y LA POBREZA

El clientelismo político es una vieja práctica que los demagogos idearon con el disfraz de «asistencia social» a los pobres, en los lugares donde hay una carga electoral que les conviene controlar para asegurar votos en las elecciones. El clientelismo político consiste en entregar sumas de dinero a las personas de escasos recursos, cada cierto tiempo, a cambio de apropiarse del documento clave que es la identidad de la persona, para asegurar que el día de la elección no desvíe su voto hacia otros partidos.

El gobierno de Xiomara Castro por la vía del clientelismo ya comenzó a entregar sumas de dinero en varios departamentos del país, cantidades mensuales que oscilan entre los dos mil y cuatro mil lempiras en efectivo, lo cual empieza a atenuar el descontento con el gobierno, porque indudablemente cualquier ayuda económica provoca un impacto positivo en el que la recibe. El gobierno tiene montado un aparato de entrega mediante un operativo que comienza en BANADESA, que es el banco donde se manejan los fondos de asistencia social, de donde los coordinadores, encargados de hacer la repartición, retiran cantidades de cinco mil lempiras, aunque al momento de entregar el dinero a los beneficiarios solo se les da cuatro mil lempiras, reteniendo mil lempiras de cada entrega, según los datos que se nos han proporcionado, lo que significa que LIBRE también está lleno de «tacuacines», como se denomina en el argot popular a las personas que roban a los pobres.

Deducimos que cuando don Eugenio Sosa del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) lanza las campanas al vuelo celebrando  que el gobierno ha descontado la cifra importante de 900 mil personas del estado de pobreza, en realidad lo que nos dice es que hay 900 mil hondureños que están recibiendo del clientelismo político del Gobierno de LIBRE las mencionadas sumas mensuales, pero que no significa que sean 900 mil hondureños que ya salieron de la pobreza gracias al procedimiento demagógico de regalarle dinero a las personas, porque lo que está haciendo el gobierno es alimentando el «dependentismo» en miles de compatriotas que, por supuesto, no se disgustan para nada que el gobierno de Xiomara Castro siguiendo el modelo creado por Fidel Castro y Hugo Chávez en Venezuela, les lleve dinero hasta su casa.

Con el modelo demagógico del clientelismo político ningún gobierno puede alcanzar el objetivo de reducir la pobreza, pues el efecto que obtiene es lo contrario, aumenta la pobreza en lugar de reducirla, porque el dependentismo social genera un conformismo popular que hace que las personas se atengan a la dadiva gubernamental por medio del clientelismo político, despreocupándose de realizar las labores productivas que requieren del esfuerzo personal para dedicarse a las actividades que para todas las personas es un menester obligatorio para devengar un ingreso para lograr el sustento.

Suponemos que Eugenio Sosa, sin el ánimo de engañarse ni engañarnos a los hondureños, considera que al haber 900 mil hondureños recibiendo entre 2 mil a 4 mil lempiras mensuales por la vía del clientelismo político del gobierno, son 900 mil personas que, para su dicha, ya dejaron de ser pobres para saltar a un estadio de vida alejadas de la pobreza. Pero esa apreciación es tan errónea como tergiversada, porque aunque haya un numero apreciable de hondureños recibiendo cantidades de dinero mediante el clientelismo político del gobierno, en términos reales lo que hay es un buen número de personas favorecidas con cantidades de dinero, que les ayuda a cubrir ciertas necesidades pero que no determina de ninguna manera que abandonen el estado de pobreza.

Fidel Castro le recomendó a Hugo Chávez el ideario de la pobreza, que consiste en fomentar la pobreza para que haya más pobres, porque los pobres son los que votan por los gobiernos populistas-fascistas, y una manera de lograrlo es por medio del clientelismo político que acostumbra a las personas de escasos recursos a depender de las dádivas del gobierno, abandonando el trabajo y las actividades productivas.

La conclusión es que, por la ruta demagógica del clientelismo político no se reduce, sino que se incrementa el número de pobres. En Venezuela ya son 9 millones de personas las que han escapado de su país huyendo de la pobreza y la miseria. Muchos de esos venezolanos en su momento recibieron dadivas oficiales, pero cuando el dinero no le ajusto al gobierno tuvieron que huir, porque en su país se estaban muriendo de hambre. Hoy Venezuela es un estado fallido.

El clientelismo político no saca a la gente de la pobreza, todo lo contrario, la refunde en tal estado de desesperación que la obliga a escaparse de su país. Hablar de reducir la pobreza por medio de la dadiva oficial del clientelismo es un argumento que no debe llamar al engaño al gobierno de Xiomara Castro.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 6 de diciembre de 2023.