Víctor Hugo, uno de los grandes escritores franceses, presumía de llamar las cosas por su nombre, sin los innecesarios rodeos acostumbrados por sus colegas contemporáneos, así, llamarle cerdo al cerdo es admirable, con lo que el autor de «Los Miserables» consideraba imprescindible llamarle «al pan, pan y al vino, vino». Siguiendo la filosofía de Víctor Hugo, tenemos que decirle a los hondureños que la comparecencia reciente del fiscal general Johel Zelaya fue una demostración artística de la patraña, porque su alharaca de perseguir a los implicados en actos delictivos y criminales, sin importar los colores políticos no corresponde a la verdad de sus actos.
Si el fiscal general Johel Zelaya se decidiera a actuar en cumplimiento de la ley, tendría que aplicar el mismo rasero a todos aquellos que han violado la Constitución. Está muy bien que, como lo dijo con garbo en la cadena nacional, que arrime a los tribunales al exalcalde Nasry Asfura, para que este tenga la oportunidad de demostrar mediante el debido proceso que todas sus ejecutorias en los dos períodos que estuvo al frente de la alcaldía fueron hechas conforme a la ley, caso contrario deberá afrontar las consecuencias administrativas establecidas en las leyes.
Donde el fiscal general deja ver de qué pata cojea, es que, cuando enfila todas sus baterías, igual que su colega Luis Santos de UFERCO, solo tienen ojos para ver el color azul, un extraño mal de visión que lo ubica sin disimulo en un parcialismo de orden político. Quiso poner como excepción de su norma a un funcionario del PLR, del que dicen que tiene aspiraciones políticas para ser candidato, pero este joven ministro se ve que tiene más de dos dedos de frente y que no ignora que, al no tener el patrocinio del propietario del PLR, no tiene la mínima posibilidad de alcanzar la cima en un partido que funciona como una hacienda manejada por un mayordomo de pueblo.
El fiscal Johel Zelaya miente por la mitad de la barba que tiene y por la mitad del bigote que le cubre la boca, cuando se proclama como una especie de quijote, empecinado en hacer justicia, para llevar a los autores de los delitos ante los tribunales. Pero hasta ahora no le hemos visto mover un solo dedo para poner un cuerpo de fiscales a que investiguen la violación más grande que se dio al principio del Gobierno de Xiomara Castro, cuando la directiva legalmente electa fue sacada a patadas y sustituida por una directiva usurpadora. El fiscal Johel Zelaya tiene la grandiosa oportunidad de hacer historia, porque le corresponde al Ministerio Público proceder, en primer lugar, a investigar todos esos hechos que enlodan al Congreso Nacional y luego aplicar la ley en forma independiente.
Repetir con machacona insistencia que no le temblara el brazo para combatir la corrupción y la impunidad, es un discurso nada verosímil, pero si absolutamente falso, que resulta de la inercia del acatamiento a las órdenes de quien lo impuso en la fiscalía general para hacerle los mandados al PLR, debiendo pagar el canon de la incondicionalidad. Y la fatalidad es obvia, así como estamos, Honduras no tiene un fiscal que defienda los intereses del país, porque el fiscal general Johel Zelaya es un servidor del coordinador del PLR. Y en estas circunstancias, el resto de los sectores, especialmente los políticos de oposición, no pueden ser consentidores ni complacientes, aunque se sientan amenazados de ser objetos de persecución.
El coordinador del PLR logró fraguar un monstruo, porque un fiscal general al servicio de un proyecto político como el PLR, es un monstruo con mucho poder. Atrás quedaron los anteriores fiscales, que, aunque fueron tildados de ser controlados por los gobiernos nacionalistas, aquellos fueron fiscales chapuceros, que, si bien incumplieron todo lo que la ley les establecía, no fueron capaces de ser instrumentos de persecución política, y los funcionarios del gobierno del Poder Ciudadano que se dieron a la fuga, fue más por el peso de la culpa que tenían en su conciencia, al saber que habían cometido delitos por los cuales podían ser condenados.
En este sentido, con todo lo que se propone hacer el PLR, este partido puede llegar a ser una enfermedad crónica para Honduras, y lo puede conseguir si los partidos de oposición no atienden la sugerencia que les formularon varios congresistas de EEUU, de consolidar una coalición para recuperar la democracia. Mientras tanto, las circunstancias nos ponen a la vista que, con un fiscal que se vale de las patrañas para violar la ley en lugar de cumplirla, el PLR tiene su mejor arma para destruir a los adversarios políticos.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 23 de octubre de 2024.