DISECCIÓN DE LA IMBECILIDAD

La ministra de Salud, Carla Paredes, en evidente alteración mental, se deshizo en improperios contra los críticos a su mala gestión al frente del complejo ramo de Salud Pública, que es el más importante de cualquier gobierno, porque de la Secretaría de Salud depende que el Estado pueda atender las necesidades de salud de la población hondureña. Sumamente alterada, a la pequeña ministra de Salud no le alcanzó su diminuta estatura para espetar a sus críticos el calificativo de imbéciles y malnacidos.

Como se ve que la Dra. Paredes, a pesar de ser médico, no entiende bien que son realmente ambas calificaciones, vamos a ocuparnos de darle alguna ilustración que, igual, puede servirles a algunos de nuestros televidentes. Para comenzar, hay que aclararle a la pequeña ministra de Salud del Gobierno del PLR, que de acuerdo a la tesis del Dr. Krechmer de Austria, la imbecilidad es la minusvalía intelectual, originada por ciertas disfunciones hormonales, que provoca perturbación y que en el test de la inteligencia humana es aplicada a las personas que sufren niveles de retraso mental. Y en cuanto, a una persona mal nacida, es un término altamente despectivo e insultante, con el que se busca aplastar la moral de una persona que se esmera en perjudicar a los demas, con un espíritu intencional.

Partiendo de estas definiciones podemos explicarle a la pequeña ministra de Salud, a quien realmente se ajusta el término «imbécil». Una persona a quien se le confía el desempeño de un cargo tan importante como es la Secretaría de Salud, pero que no sabe cómo conducir, porque sus alcances mentales y emocionales que evidentemente son limitados no le permiten tomar las decisiones que exige la situación sanitaria de los habitantes, cae en la clasificación de la perturbación y el retardo mental que se tipifica como la imbecilidad. Un ejemplo de incompetencia se refleja en la torpeza de admitir que la carencia de algodón en un quirófano de hospital es algo minúsculo que no da para formular una crítica.

Esta interpretación de la Dra. Paredes, de ignorar lo vital que es el algodón en un quirófano corresponde al estado de enajenación mental de una persona que debido a su juicio perturbado no atina a entender lo que es importante en un quirófano, donde se practican cirugías en las que el algodón es tan imprescindible como las mismas herramientas que ocupa el cirujano para poder efectuar cualquier tipo de operación. Pero, lo del algodón no es un simple resbalón de la ministra Paredes, solo que si ignora lo indefectible que es el algodón en un quirófano de hospital, es el reflejo de que no entiende ni jota como se maneja todo el complejo ramo de Salud Pública, donde, quien lo dirige, debe conocer desde los aspectos mas sencillos hasta los más complicados que tienen que ver con la prevención y sanación de las enfermedades de los pacientes.

En cuanto a los malnacidos, que ya explicamos se trata de un término con el que se castiga a todo aquel que con sus acciones daña a los demas, de manera intencional, el pueblo juzgara, quien cae en las telarañas del calificativo «mal nacido», si el que se atreve a criticar a un funcionario público displicente que no cumple con las obligaciones que por ley le corresponden, o si los malnacidos son aquellos funcionarios que no solo se desobligan de sus deberes sino que le restan importancia a sus mismas falencias, por las cuales todo un entramado tan fundamental como es el ramo de Salud Pública, mal manejado, hace que la salud de todo una población caiga en estado de riesgo por la despreocupación del titular, a quien le da lo mismo que un hospital público tan esencial como el Hospital Escuela, tenga siquiera los productos elementales para que pueden funcionar las salas de cirugía. Y si el titular es un médico, que se supone que conoce al dedillo que es lo que debe tener un hospital para que funcione como tal, estamos frente a un mal nacido, al que no le importa que la gente de escasos recursos no pueda practicarse en el Hospital Escuela una cirugía de la que depende su vida.

Juzgue entonces el público quien es el imbécil y a la vez malnacido, que son los términos con los que la pequeña ministra de Salud se ha referido a sus críticos por el hecho de reclamarle su desatinado manejo de los hospitales y del sistema de salud en general. Las palabras y los términos del idioma están para usarse, pero no deben ser mal interpretadas, porque entonces se cae en el error garrafal de que las palabras, como un boomerang, al ser aplicadas indebidamente recaen sobre el mismo que las ha pronunciado. Y entonces, como en el viejo dicho de la botellita de Jerez, todo lo que diga el imbécil y el malnacido, será al revés y terminará recayendo en su contra.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 29 de noviembre de 2024.