La última declaración de Alice Shackelford, delegada de la ONU en Honduras durante los últimos cuatro años, es un retrato fiel de nuestro país, dramático y preocupante, que ya conocíamos desde antes de que la ex delegada de la ONU la expresara al abandonar territorio hondureño, presa de una nostalgia que le hizo brotar lágrimas de cariño. Dijo Alice Shackelford que la narcopolítica es una realidad en Honduras, una revelación de su parte que confirma que el Gobierno del PLR, en esa situación, nunca estuvo interesado en instalar una comisión contra la impunidad y el crimen organizado. Y que, toda la alharaca de hacer una y otra gestión para instalar la CICIH, fue pura pantomima.
El Gobierno de la Presidente Xiomara Castro dio pasos ficticios en la misma ONU, aunque en este organismo ya sabían que todo lo que hacía el gobierno era pura gestión artificiosa, porque había tanto que ocultar, que tener a la CICIH funcionando en Honduras, era tener al enemigo en casa investigando las malas andanzas de los miembros del gobierno. El asunto es que la ONU, por su condición de ser una instancia diplomática, no podía desenmascarar las mentiras del gobierno, por lo que nos dejó esa tarea a los hondureños, especialmente a los que generamos opinión pública, que no somos pocos los que seguimos sosteniendo desde un principio que la promesa de instalar la CICIH ha sido una farsa, porque al que menos le conviene tener a la CICIH contándole las costillas por tantas cosas malas, es al mismo Gobierno de la Presidente Castro.
Suponemos que cuando funcionarios de misiones importantes como Alice Shackelford saben que el gobierno está engañando al pueblo, están impedidos por la discreción que les imponen las reglas diplomáticas, de explicarle a los ciudadanos que no deben tener esperanzas de ciertas promesas oficiales. El hondureño común, el ciudadano sencillo, al que no le importa mucho lo que hace el gobierno porque no vive de ningún estipendio de origen oficial, porque sobrevive de su propio esfuerzo, no le presta atención a las mentiras ni a las predicas engañosas del gobierno.
Son otros niveles de la sociedad, donde se hacen conclusiones de que el país va por mal rumbo porque es en ellos en los que hacen mella las medidas gubernamentales, donde se enteran que el gobierno existe no para procurar el bienestar de las personas sino para buscar el enriquecimiento de los sectores que gobiernan. Y en el Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, el ego para estar repitiendo monsergas que rayan en el desaliento, es colosal. El «prohibido olvidar» es algo que no podrán olvidar la mayoría de los hondureños, especialmente los que han perdido sus puestos de trabajo por la predica anti empresarial malsana, inconcebible del coordinador de gobierno, que se ha pasado estos casi tres años enfilando baterías contra los empresarios, a los que culpa de todos los males, una característica de los gobernantes populistas que buscan destruir a los empresarios para crear las condiciones de necesidad en las personas, para volverlas dependientes de las dadivas del gobierno.
Esta es una parte de la realidad nacional, la más dramática es la que dibujó la señora Alice Shackelford al momento de marcharse de Honduras: somos un país donde la narcopolítica es la realidad nacional. Una afirmación impactante y dramática pero absolutamente verídica. Y esto no es de hoy, data de hace mucho tiempo, cuando autoridades, civiles, policiales, militares, políticos y de otro tipo, vieron en el tráfico de drogas el modus perfecto para enriquecerse. Como país somos una realidad dominada por la narcopolítica, dicho por la ex delegada de la ONU es algo incuestionable. Alice Shackelford nos conoció como país, por todos lados, por eso, debemos valorar su consejo final cuando nos recomienda a los hondureños que no desmayemos, que mediante el voto recuperemos y fortalezcamos la democracia.
Estamos en la ruta para hacerlo, la oposición mayoritaria en el Congreso Nacional está jugando un papel responsable hasta ahora, aunque los políticos deben entender e interpretar a fondo el momento histórico: solo una coalición podrá rescatar la democracia. No debe ser una coalición para repartirse cargos de antemano, debe ser una coalición que garantice que Honduras pueda seguir viviendo en democracia. Y los llamados a liderarla son aquellos líderes que han estado fuera del manejo de la cosa pública. Solo así comenzaremos a revertir la triste realidad que nos retrató la ex delegada de la ONU, Alice Shackelford, una reflexión que para los hondureños ha sido de lo más oportuno.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 10 de septiembre de 2024.