En el diccionario de americanismos está registrada la expresión «a dos coyoles» para referirse a la situación en que una persona obtiene dos beneficios a la vez, como el hecho de desempeñar dos labores en el mismo horario, con dos salarios, denotando un franco aprovechamiento en desmedro de quien lo contrata y quien le paga. Entre los hondureñismos, la expresión «chupar dos coyoles» es sinónimo de inmoralidad, especialmente si se trata de dos funciones diferentes en la administración pública, lo cual ha sido un vicio sempiterno en muchos gobiernos. En las planillas de varios ministerios se han encontrado varios casos de duplicidad de nombres, personas que aparecen desempeñando dos cargos remunerados, lo cual es una irregularidad desde todo punto de vista.
En casos extremos, se ha descubierto que una misma persona desempeña funciones distintas en oficinas diferentes, con la respectiva remuneración. Se suponía que la Ley de Servicio Civil evitaría estos aprovechamientos, tan inmorales como ilegales, pero quienes aplicaban la mencionada ley se hacían de la vista gorda y por compadrazgo político permitían que una persona pudiera desempeñar dos cargos en forma simultánea, con dos salarios. En el Ministerio de Educación es donde más se violentó la Ley de Servicio Civil, de manera que había maestros que trabajaban en varios centros educativos, llegando al extremo en cierta ocasión que una sola persona trabajaba en tres centros educativos, lo cual es físicamente imposible para cualquier persona.
Hay ciertas excepciones, permitidas por la ley, pero la norma general es que una persona solo puede obtener una plaza laboral, para poder desempeñarse con eficiencia. En los altos cargos del gobierno, se hizo una rutina que un funcionario desempeñara dos funciones en forma simultánea, una aberración permitida por el Poder Ejecutivo que distorsiona el concepto de eficiencia que debería ser observada con rigor para poder medir el nivel de ejecución del empleado o funcionario, que es la falencia más detectada en la administración pública hondureña.
Hay casos totalmente inaceptables como el de la ministra de Salud, Carla Paredes, que a su vez preside una comisión interventora del Instituto Hondureño de Seguridad Social, institución que ha venido de mal en peor en los últimos gobiernos, cayendo en la desgraciada etapa en que no dispone de una atención médica que responda a la necesidad de los afiliados, y de remate, se mantiene en una carencia de medicinas como pocas veces se había visto. Desde todo punto de vista, que la ministra Carla Paredes se haya puesto al frente de una comisión interventora es una iniciativa atentatoria de su parte contra el Seguro Social y los derechohabientes, porque con el cúmulo de tareas y obligaciones que tiene en la Secretaría de Salud, que no ha podido atender a cabalidad, que se haya propuesto enfrentar simultáneamente la crítica situación del Seguro Social, amerita que la Presidente Xiomara Castro la ponga en juicio, porque la doctora Carla Paredes podría heredarnos dos descalabros al final de su período: una Secretaría de Salud despedazada por tantos desaciertos de la ministra y un Seguro Social totalmente infuncional en desmedro de los afiliados que han estado cotizando a la institución con la esperanza de ser atendidos en sus quebrantos de salud.
Aquí es donde aplica la expresión hondureñista «chupar dos coyoles», el sabroso fruto del corozo que hervido en miel, aunque empalagoso resulta muy sabroso al paladar. Quisiéramos pensar que la doctora Paredes no es una aprovechada inmoral, sino una profesional ingenua que, nadando en las aguas de la ineficiencia, por ignorancia e inconsciencia no se da cuenta que su desempeño en la Secretaría de Salud es, deficiente al extremo de la gravedad, lo cual se evidencia con la pobrísima atención en los principales hospitales públicos del país, con una respuesta muy baja en materia de prevención y curación.
El dramático testimonio de un paciente en uno de los hospitales, que tuvo la destreza de filmar una respuesta inadecuada de una enfermera, que al ser requerida por el enfermo por un dolor agobiante, le recomendó que de una vez mejor se fuera a la morgue, que es el sitio donde se depositan los cadáveres, es el retrato de un tipo de incapacidad inhumana que exhibe al sistema de Salud Pública hondureño como uno de los más pobres y desnaturalizados del mundo. Y si de ribete, la ministra Carla Paredes se agencia la responsabilidad de presidir una institución cuasi-muerta, como está el Seguro Social, con el mismo pobre nivel de administración con que maneja la Secretaría de Salud, es para tener la certeza anticipada que ambas instituciones queden sepultadas con el sello de la Dra. Paredes.
La moraleja de este cuento, en que la Dra. Carla Paredes no es ninguna Caperucita Roja, ni muchos una Blanca Nieves, sino el personaje que en ambos casos representa a la maldad, es que, no se pueden chupar dos coyoles al mismo tiempo, porque se puede correr el peligroso riesgo de morir atragantada o asfixiada.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 5 de diciembre de 2024.