Crecí creyendo que por haber leído la inmortal novela «Don Quijote de la mancha» estaba hecho, por haber pasado por mi mente las maravillosas aventuras plasmadas por el ingenioso Miguel Cervantes y Saavedra. Más recientemente, cuando leí el libro de Daron Acemoglu y James Robinson «Por qué fracasan las naciones», creí que había logrado completar mis conocimientos acerca de por qué nuestro país continúa atrapado en las redes del atraso y el subdesarrollo. Pero al estar leyendo «Nexus», la última obra de Yuval Noah Harari, me desayuno muchísimas cosas y conocimientos que tenía incompletos en mi haber intelectual.
De entrada, me ha causado profunda impresión la última creación de Harari, especialmente cuando encuentro un símil que he querido compartir con el público. Se trata de un pasaje que se aplica a la zoología política hondureña, que espero le preste atención. Se pregunta Harari: «¿por qué somos tan buenos a la hora de acumular más información y poder, pero tenemos mucho menos éxito a la hora de adquirir sabiduría? A lo largo de la historia, un buen número de tradiciones han creído que un defecto letal en nuestra naturaleza nos incita a andar detrás de poderes que no sabemos manejar.
El mito griego de Faetón nos habla de un muchacho que descubre que es hijo de Helios, el dios Sol. Ansioso Faetón por demostrar su origen divino, se atribuye el privilegio de conducir el carro del Sol. Helios le advierte que ningún humano puede controlar los caballos celestes que tiran del carro solar. Pero Faetón insiste hasta que el dios Sol cede. Después de elevarse orgulloso en el cielo, Faetón acaba por perder el control del carro, entonces el Sol se desvía de su trayectoria, abrasa toda la vegetación, provoca una gran cantidad de muertes y amenaza con quemar la Tierra misma. Zeus interviene y alcanza a Faetón con un rayo. El presuntuoso Faetón cae del cielo como una estrella fugaz, envuelto en llamas. Los dioses retoman el control del cielo y salvan el mundo».
Se preguntarán ustedes ¿dónde está el símil con nuestro país? Eche a andar la imaginación y compare: ¿quién es el personaje hondureño que se atribuye el privilegio divino de poner andar a Honduras como él quiere, sin que nadie pueda impedírselo? Este personaje hondureño, igual que Faetón, cree que puede manejar el carro del poder de aquí en adelante, sin límite de tiempo, por lo que ha logrado acarrear a su alrededor a algunos gendarmes militares que actúan como caballos celestes desbocados, dispuestos a prestarse la aventura de desviar a Honduras de la senda democrática. Pero otro personaje de mayor dimensión, que radica en la parte extrema del cono sur americano, para más señas, la misma cuna del Rey Pelé, le hace ver al Faetón hondureño que para continuar en el poder debe hacerlo como lo ha hecho él, por la vía democrática y no desviándose, creyendo que lo puede hacer contraviniendo las leyes.
Igual que en la mitología, el Faetón hondureño al intentar su aventura, después de causar mucho daño y a punto de incendiar a Honduras, hace que Zeus, que tiene la figura de un viejo barbón, con un sombrero pintado, con las barras y las estrellas de un Tío muy poderoso, le lance un rayo fortísimo, el rayo de la ley, y hace que el presuntuoso Faetón hondureño se caiga al suelo con todo y sus caballos vestidos de verde olivo. Como el Faetón de la mitología, citado por Harari en su última obra, el personaje hondureño cree que puede burlarse de todos los demas, montando el más poderoso aparato de desinformación y que, con eso, nada ni nadie lo puede detener en su ambiciosa aventura.
Yo saco mis propias conclusiones de este símil, tanto así que he llegado a creer que esta parte del libro, Harari la escribió pensando en situaciones como la de Honduras, donde han surgido personajes inflados por las tradiciones, ligados a familias y personajes de antaño que creen haber nacido ungidos para detentar el poder de por vida. La moraleja es la de siempre: «la mitología y las fábulas, al tiempo que no ofrecen ninguna respuesta favorable a los ambiciosos, como lo predijo Esopo, la basura, aunque se eleve, al finalizar de soplar al viento, vuelve a la tierra a ser basura».
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 30 de diciembre de 2024.