DESAGUISADOS EN SALUD PÚBLICA

El sistema de Salud Pública, junto al de Educación, es uno de los ejes transversales de la administración que deben ser atendidos con eficiencia y buen nivel de ejecución, para lograr el más alto nivel de gobernabilidad que es lo que garantiza la mayor estabilidad social en cualquier país. Particularmente en Honduras, por tradición, el Estado ha hecho compromisos de antaño para dotar a los ciudadanos de una atención que abarca todas las edades por medio de los hospitales generales como el San Felipe, el Hospital Escuela, y el Materno Infantil como hospitales regionales para el centro, sur y oriente, más el Leonardo Martínez y el Mario Catarino Rivas en el Valle de Sula, que además cubren parte del occidente y el litoral Atlántico. Después de estos hospitales, que son los torales del sistema de salud, hay una buena cantidad de centros de salud, concebidos como una extensión sectorial en los barrios y colonias populosas de los dos grandes polos poblacionales.

No tenemos una gran cosa en materia de cobertura de Salud Pública, pero del lobo un pelo, y para los casi 10 millones de hondureños, la diferencia la hace una gran cantidad de hospitales y clínicas privadas que operan por lo menos en 25 ciudades del país, donde se ofrece atención medica de primer mundo, con médicos especializados de vasta experiencia, varios de ellos capacitados en las mejores escuelas de medicina de EEUU, México y Europa. Hay excelentes laboratorios para el chequeo médico, que es mucho más barato en Honduras que en el extranjero, por lo que, solo hay que tener la educación y los recursos necesarios para procurarse un buen estado de salud.

El gran problema lo tiene la inmensa mayoría de los hondureños, cuyos ingresos rondan el salario mínimo, que dependen de la atención médica gratuita del Estado, que hasta ahora no ha sido la mejor pero tampoco se puede considerar la peor, dependiendo de la persona nombrada para gerenciar el sistema. En Salud Pública se añora la gestión del Dr. Enrique Aguilar Cerrato, que orquestó el modelo Hospital Escuela, con lo que se amplió la cobertura en atenciones. Más tarde, el Dr. Plutarco Castellanos tuvo un desempeño a la altura de las grandes necesidades en la época dramática que nos causó el trágico suceso del huracán Mitch. Y de grato recordatorio el período del Dr. César Castellanos, que se empeñó admirablemente para frenar la amenaza del Cólera que pudo extenderse desde El Salvador a nuestro país.

En el Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, el sistema de Salud Pública no ha estado atendido como lo requiere nuestra población de escasos recursos; los primeros dos años del Dr. José Manuel Matheu fueron de divagaciones increíbles, entretenidos con la oferta de construir 8 hospitales regionales que nunca se concretaron. Y los dos años finales de la administración de doña Xiomara, en que tuvo la infortunada ocurrencia de traer desde la provincia a una profesional como la Dra. Carla Paredes, carente del menor conocimiento para manejar un sistema tan complejo como es el de la Salud Pública hondureña. No hay otra calificación que el «aplazado», con nota insuficiente, para este sistema colapsado que en términos reales es un sistema fallido, por los desaguisados que comete la ministra de Salud.

El último de los desaciertos es imponer cobros a los servicios que se prestan en el Hospital Leonardo Martínez, al que acuden los hondureños más desposeídos del gran Valle de Sula y varias ciudades de la región norte de nuestro país. Las autoridades locales de Salud encubren el impuesto aduciendo que son contribuciones voluntarias que dan los ciudadanos para obtener una mejor atención, aunque lo cierto es que la intención de los funcionarios de Salud es fijar costos determinados a las atenciones, algo que no había ocurrido antes en el legendario hospital de los pobres como se le conoce al Leonardo Martínez. 

La Presidente Xiomara Castro se ha deshecho en excusas, advirtiendo que procederá contra los funcionarios que tuvieron la infeliz iniciativa de imponer cobros selectivos por las atenciones en el hospital más antiguo de la costa norte, un dolor de cabeza que no debió sortear la mandataria aunque el costo mayor será de corte electoral en el próximo año. Pero todo esto parte de una gestión caracterizada por la incompetencia en persona de la ministra de Salud, que se luce haciendo gala de una altanería soberbia, contrastando con su total incapacidad para gerenciar el complicado sistema hondureño de Salud Pública.

Y para rematar, la ministra del ramo, creyéndose una «salvadora», se puso al frente de una Comisión Interventora del Instituto Hondureño de Seguridad Social, trasladando el colapso del ramo de Salud a esta entidad que es sostenida en mayor medida por los derechohabientes y las aportaciones del sector privado, agigantando la crisis por su mala visión para encarar los problemas de Salud.

En conclusión: si hay un ramo por donde al Gobierno de Xiomara Castro le entra agua por todos lados y no se salva de ninguna manera, ni acudiendo con el apoyo de los reyes magos ofreciendo milagros, es el de Salud Pública, porque teniendo como ministra a la Dra. Carla Paredes, el gobierno no necesita más enemigos, con la ministra Paredes solo cultiva quejas y reclamos, y de paso recibe maldiciones. Peor resultado por el desafortunado nombramiento no podía esperar la Presidente Xiomara Castro.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 26 de diciembre de 2024.