El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, presentó el lunes al Congreso un proyecto de ley para incrementar el control sobre los bancos y facultar al gobierno para nombramientos anulares, destituir directivos y controlar flujos de capital.
La «Ley de administración del sistema monetario y financiero» entrega a la Superintendencia de Bancos, ente controlado por el gobierno, la fiscalización del sistema bancario privado en el país, con capacidades para intervenir las instituciones.
El texto contempla que la Superintendencia pueda «declarar sin valor legal y sin efectos societarios y jurídicos los nombramientos de los directores, gerente general o principal ejecutivo, y del auditor interno de las instituciones financieras» por «razones que determinan», dice el texto.
El texto prevé también que este tenga la potestad de destituir a altos cargos de entidades bancarias «por infracciones graves cometidas en el ejercicio de sus funciones», pero tampoco las detalladas.
Además, un banco que quiera realizar «cualquier aporte de capital o traspaso accionario de capital» deberá obtener la autorización de la Superintendencia, que fiscalizará «la proveniencia lícita de los recursos», indica la norma.
Se da por descontado que el proyecto será aprobado por la Asamblea Nacional, controlado por el partido oficialista, y se suma a otra serie de reformas recientemente diseñadas por Ortega para incrementar el control político, económico y social en Nicaragua.
Desde las protestas antigubernamentales de 2018, que según la ONU dejaron más de 300 muertos, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han impuesto sanciones a cientos de funcionarios y entidades públicas de Nicaragua, a las que señalan de apoyar al gobierno en violaciones de derechos humanos.
Ortega, exguerrillero de 79 años que gobernó Nicaragua en la década de 1980 tras el triunfo de la revolución sandinista, se mantiene en el poder desde 2007 tras tres cuestionadas reelecciones, la última de ellas en 2021 en comicios con los líderes de la oposición presos o en el exilio.