La situación de la salud pública en Honduras ha alcanzado un punto crítico, marcado por la frustración tanto de pacientes como de médicos ante las constantes promesas incumplidas por parte de la Secretaría de Salud (Sesal). En los hospitales, los lamentos son evidentes; los fármacos que se esperaban nunca llegaron, y el personal sanitario, exhausto y desilusionado, se esfuerza por mantener los servicios básicos.
En Islas de la Bahía, la situación es especialmente grave, con todos los enfermeros abandonando sus puestos debido a la falta de nivelación salarial. De manera similar, en Gracias a Dios, el personal médico ha optado por no ofrecer consultas, sumido en la impotencia por la inseguridad laboral. En la capital, médicos del Hospital Escuela bloquearon el bulevar Suyapa en protesta por seis meses de salarios adeudados, mientras que la ministra de Salud, Carla Paredes, cerró las puertas a los egresados de la Facultad de Medicina de la Unicah. Ante una carga insostenible y un crecimiento poblacional constante, los profesionales de la salud enfrentan decisiones difíciles sobre a quién atender y a quién dejar de lado.