EL SONIDO Y LA FURIA

Un enfermo renal, como lo explican los nefrólogos, que son los especialistas en las enfermedades de los riñones, es una persona que camina en el corredor terminal de la vida si no recibe la limpieza constante de estos vitales órganos por medio de la costosa operación de la diálisis. Es difícil que una persona de escasos recursos pueda sufragar el costo de una diálisis, por lo que el Estado en su deber de salvaguardar la vida de los ciudadanos que sufren esta enfermedad, está obligado a mantener un presupuesto efectivo para que los enfermos renales reciban el tratamiento. 

Aparte del Seguro Social, hay varias empresas privadas que cuentan con los aparatos para brindar la diálisis a los enfermos, mismas que son subcontratadas por el Gobierno para dar atención a las personas que no están afiliadas al Seguro Social. Solo que, cuando el Gobierno con su clásica displicencia les retrasa los pagos, las empresas suspenden las atenciones, dejando a las personas descolgadas en la incertidumbre de sufrir un agravamiento por la falta del lavado renal.

Esta semana decenas de pacientes, agobiados por la falta de atención, decidieron presionar al gobierno por el método más común que usan todos los grupos para hacerse escuchar, que es tomarse las calles y carreteras. Y que quizás por su condición física, otras veces han sido tratadas con cierta conmiseración, aunque esta vez no tuvieron la mínima consideración por parte de la Policía, que la emprendió a golpes contra los pacientes renales, hasta que fueron desalojados de la calle de una manera violenta. De nada sirvieron los gritos de los enfermos, porque la Policía parecía tener instrucciones superiores para desalojarlos como a los más detestables de los revoltosos. No hubo diferencia entre los que por oficio acuden al expediente de bloquear las calles y carreteras y los enfermos renales. Los policías arremetieron mostrando el encono con que se trata a los enemigos, aplastando con una rigurosa disciplina cualquier intento individual de los enfermos renales por resistirse al desalojo.

Pocas veces hemos visto una acción tan llena de cainismo como esta en que la Policía desalojo a los enfermos renales, que estuvo igual o más dura que cuando enfrenta una grave crisis protagonizada por agrupaciones antisociales peligrosas por su capacidad de desestabilizar el orden público. Los enfermos renales no son bandidos peligrosos, son personas enfermas, desesperadas por no ser atendidas por el Estado para recibir su tratamiento de diálisis, situación que pareciera no interesar a las autoridades de Salud ni al Gobierno de la República, porque estos hondureños no forman parte de su causa política.

En términos objetivos, los enfermos renales, cansados y angustiados por la falta de atención de la Secretaría de Salud y del Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, se fueron a tomarse la carretera para clamar y ser atendidos por las autoridades, pero la respuesta de estas no estuvo a la altura, sino más bien en la bajeza de echarles a una policía chusca y grosera que los desalojo de la calle no sin antes darles una ingrata apaleada. Es obvio que los enfermos renales tuvieron que evacuar la calle en medio de una depresión moral severa, igual que cuando a las personas heridas de gravedad no les queda más que rendirse ante un enemigo implacable.

En un gobierno nada democrático, una autoridad que hinca los dientes en los más humildes y desprotegidos que imploran el elemental derecho humano a la salud, demuestra cuán incapaz es para cumplir con sus deberes con quienes debe cumplirlos, por ser enemigos de la sociedad. El tratamiento que dio la Policía a los enfermos renales que protestaban para hacerse oír por las autoridades de Gobierno, es el de «basurear» a los humildes necios, por exigir que se les dé la oportunidad de seguir viviendo mediante el tratamiento de diálisis. El sonido de los golpes y empellones de los policías y la furia expresada por los enfermos renales, han quedado grabados, es otro antecedente que pesará en las próximas elecciones.

No hay ninguna explicación razonable de la Policía a este trato grosero e inhumano con que se apaleó a los enfermos renales, que sin duda es una de las tareas más innobles y deshonrosas que pudo cumplir la Policía a lo largo de su historia, y quien dio la orden para que los policías trituraran a golpes y empellones a los enfermos renales es una persona que no escapará en su momento del castigo divino, del que no se salvan todos los que en un momento sacian sus instintos salvajes con los humildes y desvalidos. ¡Dios tarda, pero no olvida! Y si no vean lo que les sucede a todos los que abusan del poder.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 1 de agosto de 2024.