Que la viceministra de Seguridad huya del país para poner el grito en el cielo desde el exterior, diciendo que se siente amenazada y que su vida peligra, es el rostro del miedo que a toda costa escapa del ambiente de inseguridad donde no tiene quien la proteja ni quien la defienda. Nada más que, si quien huye del ambiente de inseguridad que hay en Honduras, es la segunda funcionaria a bordo en el esquema del aparato de seguridad del Estado, el resto de los ciudadanos debemos saber que estamos a la mano de DIOS, porque, en nuestro país si los que están al mando de los aparatos de seguridad dicen sentirse amenazados, es una invitación para que todos hagamos las maletas para buscar otro lugar seguro donde vivir.
La denuncia de la doctora Julissa Villanueva es un testimonio desgarrador que pone en entredicho al Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, en un ramo tan sensitivo como es la seguridad de los ciudadanos. Si la viceministra de Seguridad, Julissa Villanueva, ha tenido que huir de Honduras por sentirse amenazada, no se sabe si por amenazas que provienen desde la misma Secretaría de la cual es miembro, o de elementos externos a la Secretaría, es porque Honduras es definitivamente un país violento al extremo, en que ni los mismos funcionarios de Seguridad escapan del acoso de la violencia.
El término de esta denuncia se sale del concepto del simple estrés, porque se huye cuando se experimenta pánico por el acecho de la muerte, que es lo que aparentemente ha experimentado la viceministra Villanueva, que la ha llevado a refugiarse en otro país donde ha encontrado la seguridad que ya no tiene en Honduras, donde gozaba de los privilegios que se otorga a un alto funcionario de gobierno que se desempeña en el frente más importante de la Secretaría de Seguridad.
Se huye del país donde se vive, cuando hay una tirantez que hace sentirse a una persona al borde de la muerte, por amenazas a la vida, pero en el caso de la doctora Villanueva, ella no explica de donde proceden las amenazas, porque su radio de conflictividad ha estado con su superior que es el comisionado Gustavo Sánchez, titular del Ministerio de Seguridad, y últimamente con el actual rector de la UNAH, Odir Fernández, con quien ha entablado un palique por haber sido destituida del cargo académico que desempeñaba en el alma mater, por no cumplir con el deber de dar clases.
De cualquier forma, que la viceministra de Seguridad denuncie desde el exterior que ha tenido que huir del país por sentirse amenazada es una señal que el aparato de seguridad de Honduras se desplomó por completo por el clima de violencia enardecida, que es incontrolable por parte de las autoridades de Seguridad. Mírese como se mire esto es grave, el clima de violencia es desfavorable porque el marco de seguridad se ha torcido, porque las autoridades del ramo no son competentes para enfrentar a los factores que generan la violencia. Y lo confirma el hecho de que la viceministra de Seguridad haya tenido que huir de Honduras por sentir que su vida está amenazada.
Cada día, la violencia le está ganando al Estado hondureño, mientras las autoridades de Seguridad solo responden con argumentos displicentes y evasivos que se diluyen en la alta cifra de personas muertas por acciones violentas. No hay excusa de que la Policía no tenga apoyo, porque el Gobierno de la Presidente Castro no escatima en apoyarla, especialmente por el hecho de extenderle período tras período el mecanismo que privilegia a la Policía como un cuerpo al que incluso se le dispensan los abusos contra la ciudadanía, más la adquisición de implementos costosos como los vehículos Black Mamba, y la dotación de armamento, lo cual es más que suficiente para exigirle mejores resultados y no los logros pobres que está dando la Secretaría de Seguridad.
La secuencia de la violencia en Honduras no es algo excepcional, porque el mundo está atrapado por la violencia, pero solo en Honduras se ha visto que un director de Policía, el comisionado Ramón de Jesús Sabillón, y una viceministra de Seguridad, la doctora Julissa Villanueva, salgan huyendo de la violencia para buscar seguridad en otros países. Cabe la duda general entre los hondureños, si frente al desafío que representa el crimen organizado, hemos tenido a funcionarios incompetentes y miedosos al mando de la Secretaría de Seguridad.
En este sentido, los hondureños debemos sentirnos aturdidos al saber que si los altos funcionarios de Seguridad como Ramon Sabillón y Julissa Villanueva, ante los indicios de saber que sus vidas corrían peligro lo único que les quedaba era huir del país, nos indica con toda claridad el fracaso de un estamento llamado Secretaria de Seguridad, cuyos funcionarios al verse aterrados por las amenazas contra sus vidas, clavados por el espanto y el pánico decidieron que lo mejor era irse de Honduras en busca de seguridad en otro país. Es el rostro del miedo en que la única salida que ve, es ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 30 de mayo de 2024.